lunes, 22 de noviembre de 2010

PÁNICO EN EL METRO

Salí del trabajo más tarde que de costumbre, debía apurarme para alcanzar la última corrida del metro, si no, tendría que gastar en taxi.
Me apresuré a llegar a la estación, ya adentro caminé en automático hacía la parte de atrás, cuando me di cuenta estaba sentado en solitario, pues según yo era el único pasajero, lo que era raro, debido a que por lo regular salía yo más temprano de trabajar.
Al iniciar su marcha arrulladora y dormilante el vagón, me dí cuenta de que alguien más estaba sentado unos asientos atrás de mí.
De reojo noté que era alguien de apariencia extraña, de bastante altura, melena larga y desordenada y con unas orejas bastante raras. Alcanzaba a escuchar su respiración, recia, profunda y un tanto ronca; el convoy siguió avanzando por el largo y oscuro túnel.
Cuando de repente, por el reflejo de los vidrios de las ventanillas veo que se levanta; caminaba como lento y pesado, sus ojos grandes, desorbitados y de apariencia inyectada.
Babeante emitió una especie de gruñido y aparecierón brillantes colmillos afilados.
Impávido y aterrado, no me dio tiempo de levantarme cuando se me avalanzó por el costado, atrapándome con sus fuertes fauces que clavaban sus largos colmillos en mi hombro, casi llegando a mi cuello; claramente sentía cómo chorreaba mi sangre roja y caliente entre sus fauces hacía mi ropa... sentí cómo dejaba de respirar, sentí cómo me desvanecía.

A lo lejos una voz me decía...
Señor, señor ya llegamos a la estación Pantitlán...tiene que desalojar la estación...¡despierte!