jueves, 12 de agosto de 2010

Huellas

Rosa María Hernández Landeros


Desgarrando el corazón
apretada el alma,
brazos vacios
y labios sin besos.
El sueño terminado
después de noches y lunas
aferrada a un amor grandioso.
Sueños azules,
palabras perfectas
encuentros centellantes
y después la nada.
Estoy mordiendo el polvo
arrastrado tras de mí
una carga de dolor
que me hace llorar sin lágrimas,
con tierra agostada
por el sol
se agotó mi caudal
como río seco recorro
mis caminos,
entre piedras y arenas
que laceran mis pies,
mis huellas veteadas
de púrpura
siguen el camino sin fin
que ha de llevarme
al término de mis días
en esta dimensión desconocida
que ahora me tiene presa,
que me ahoga
y no me deja escapar.
Ya no corro, ya mi grito
no se escucha en la noche,
mi resuello sibilante
marca mi cansancio
quiero cerrar los ojos afiebrados,
mis ojos,
dormir, dormir
y ya nunca despertar.

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