domingo, 1 de agosto de 2010

El hombre en otra ciudad

Por: alejandro hernández lópez

En la terraza de aquella casa con balcones siempre se sintió fluir el vértigo. La de azul tiene un espejismo entre la ropa, entra y sale de los bares. Y se dispara al corazón, cruza la calle sin ninguna esperanza. En la avenida existe una constelación comercial, edificios con balcones y las personas se mezclan. La ciudad es grande por la fila de entrada al cine, es pequeña para quien duerme como un árbol muerto. El terreno de fondo es negro y oscuro, levemente su corazón le repite su nombre. La tarde se desintegra, también todo resplandor, queda el oscuro miedo.

En la calle sube a un automóvil que fingía esperar el color verde en el semáforo. Sus facciones triviales y  ordinarias. Horas después era un árbol cualquiera, un mueble barato y convertido en  ninguna dignidad especial deja caer el cuerpo al sopor, apenas cerca de un  montón de botellas sueltas en la terraza. Uno más entre nosotros ahogado por el ruido de los motores y llevado por el vapor de la multitud que va y viene.
La noche tiene esplendidos cambios de iluminación, descubre sueños y deja pensamientos antes de partir. Y el prisma matutino desmaraña una copa con restos del canto de un gallo.

A mi mente vino el aquel “poema sucio”:

“(…) La ciudad está en el hombre / Así como el árbol vuela / En el pájaro que lo deja /Cada cosa está en otra / de su propia manera / y de manera distinta / de cómo está en si misma / La ciudad no está en el hombre /del mismo modo que en sus  / bodegas plazas y calles”.
(…) El hombre no está en la ciudad / como un árbol está en un libro.


Taller de Escritura Creativa
Biblioteca  José Vasconcelos
Xalapa, Veracruz, México

1 comentario:

Norma Isela Pérez Arcos dijo...

Me gustó eso de "constelaciones comerciales"...nice