sábado, 28 de agosto de 2010

Soy, somos.

Somos memoria piel, intelecto, huesos y un soplo de algo superior que a veces tardamos mucho en reconocer. La realidad es algo que se nos va entregando en pequeñas dosis, paquetes armados con varios acontecimientos todos a juego a los que llamamos días. Uno tras otro van formando algo que aun no vemos porque son como pequeñas piezas de este gran rompecabezas llamado vida. Nos envolvemos en la espera de cosas y mundos mejores. Es de mañana y salimos al mundo creyéndonos aquello de un nuevo día sin reconocer las almas que ya vivieron antes de nuestra memoria y sin saber que este día es solo un pequeño trozo del rompecabezas.


Un buen día –irónico- ha de llegar y ha de ser una pieza clave, entonces vemos algo que no habíamos visto antes y la realidad apabullante nos aplasta y pensamos sorprendidos que lo que acaba de pasar es fortuito como si no fuéramos, en colectivo los autores reales de dicha realidad.
¿Cuánto tiempo es necesario para darnos cuenta de que todo está íntimamente ligado y que las pequeñas acciones y también omisiones individuales forman siempre la gran realidad, la propia y mas allá la colectiva?

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