sábado, 10 de julio de 2010

Desde la otra frontera


Desde tu propia frontera sentado en la banca de aquel parque, observas el mundo abrirse y cerrarse como un capullo mortal que nos engulle después de mordernos con sus dientes filosos. Somos pequeños pero infinitos y creemos estar a salvo cuando salimos zigzagueando directo a eso que llamamos hacer la vida.
Todos los días ves seres caminando por las calles inmersos en sus propias cosas que hacer y pensamientos cada uno una realidad que cree distinta de la de al lado cuando son tan iguales: Intentan sobrevivir, sea lo que eso signifique. Algunos creyéndose más fuertes que otros van en pares de la mano como una extraña continuación de quien llevan al lado. Con sus miradas a ninguna parte, los ves perderse en la ciudad intentando defender sus propias trincheras con armas que si lo piensas un poco parecen más espadas de madera y escudos de papel frente a la realidad de alto calibre a la tienen que enfrentarse a diario. Algunos se creen fuertes y creen estar vivos cuando algo parecido a lo que llamábamos música retumba en sus oídos y tararean mientras caminan, pero a pesar de sus ropas y el paso de prisa queriendo llegar a la hora precisa y su perfume, te das cuenta que hace mucho que algo importante se les murió y no se han dado cuenta.

Y la violencia como ese caldo de horror en el que nos cocemos lentamente. Muchos de ellos creen esquivarla haciéndose a un lado cuando se les presenta contundente: Les parece normal estar un día lluvioso a la parada del autobús y que al pobre diablo de al lado le roben con la cartera la poca serenidad que le quedaba, ven el hecho impasibles diciendo es lo de menos, que se dé de santos que está vivo.

Cuando llegan a casa y desde la comodidad de su sillón ven en imágenes el número de muertos que dicen en los medios sin detenerse a pensar ni siquiera un poco en que tuvieron nombre y familia, que alguna vez respiraron profundo siendo capaces también de sentimientos más nobles como la ternura de una caricia o el amor filial; puedes ver más claramente que en realidad, hace mucho tiempo que caminamos muertos creyendo estar vivos.

5 comentarios:

Francisco Arriaga dijo...

Estimada RedShoes:

Tu texto es tan bueno, que me temo sólo quienes vivimos en la frontera sabemos exactamente de esos matices desgarradores y estremecedores con los que tejes la trama del texto.

Lo más curioso es que el párrafo final me obliga a pensar por contraposición en otra realidad que también, difícilmente alguien que no vive en la frontera puede captar: la vida escondida en quienes ya damos por muertos, hacinándose en esas colonias de alto riesgo esparcidas por la periferia de nuestras ciudades.

Vito dijo...

vivimos muertos....
se me hace muy familiar esa forma de escribir,´debe ser por que tengo un texto parecido, me gusta el último parrafo, el final fatalista.
Me parece excelente el último párrafo, recalcando que los que hacen los medios desde hace mucho que estan muertos, diría yo que no tan muertos como nosotros, sin embargo no creo que alguien muera poco o mucho, creo que la gente muere o es como nosotros...
Felicitaciones, me gusta.......

Beauséant dijo...

lo malo no es estar muerto, situación a la que todos, tarde o temprano, nos acostumbramos. Lo malo es el olor que vamos dejando..

duenda_descalza dijo...

La peor forma de morir es sumergiéndose en la rutina... a veces odio esta estúpida vida pauteada como un guion, a veces simplemente la amo, es raro. Bueno eso, besos!!!

Román Ahuí dijo...

Estamos siendo tristemente desvanecidos.