martes, 27 de julio de 2010

LA CANÍCULA

El sol calcinante caía a plomo, la escasa vegetación se había convertido en varas y zacate, de lo secos que estaban; los pollos y las gallinas alucinaban en tomar agua que no tenían en sus latas vacías, los perros flacos jadeaban del calor sofocante que los ahogaba.
Por ahí cerca, en un jacal de láminas de cartón y palos se alcanzaban a escuchar los quejidos y gemidos de una parturienta, que angustiada por la falta de ayuda, tan solo contaba con la asistencia de una partera, que le acomodaba al producto y le decía..."puja Mica...puja que la creatura ya viene..." la limpiaba con unos trapos y agua tibia.
Mica, la futura mamá, seca y reseca de la boca tan solo gemía y pujaba.
Afuera, el aire caliente y un seco y ligero viento, como heraldo que anunciaba la llegada de la oscuridad en plenitud del mediodía...
"Ay Mica, ahí viene el eclicse, ruégale a Dios por que tu creatura nazca bien y que no tenga defecto, que te salga sanito y bien..."
Estalló un grito intenso y sonoro que se alcanzó a escuchar hasta las laderas del cerro..."No te me desmayes Mica, no te me desmayes, que por fin ya te salió el chamaco; no te desmayes ni te me duermas que sino ansina, ansinita que viene la pelona por ti, el puerperio dormida es la calaca que te quiere llevar...ansina no Mica...no te me lo duermas; deja que voy a limpiar al chamaco y a devisarlo que haiga nacido mesmamente bien..."
En la penumbra de la oscuridad y en pleno eclipse Mica se quedo medio dormida; la anciana comadrona empezó a limpiar al bebé recién nacido, le frotaba el cuerpecito con los cachos de sábana medio limpios y con agua tibia, lo sentía como medio resbaloso, como rasposo, notaba como que no era del todo normal.
La anciana sentía que las manitas de aquel producto se agarraban con mucha fuerza de sus dedos, en sus manos sentía la fuerza con que se sujetaba...siguió limpiando aquel cuerpecito aparentemente frágil y resbaloso.
Cuando le empezó a limpiar la cabeza, sintió que su cabellito era hirsuto, áspero y grueso; y que la forma de su cráneo no era normal, su cabeza era grande y de forma de huevo.
Cuando lo volteó de frente, la anciana se aterrorizó, alcanzó a ver un solo y enorme ojo, unas fosas nasales anchas y dilatadas para el tamaño del cuerpecito y en vez de boca una gran ventosa con dos colmillos gigantes que se abalanzaron sobre ella... directamente a su garganta, mordiendo y succionando hasta asfixiarla.
En la penumbra del eclipse y en medio de ese aire caliente de la canícula se empezaron a escuchar los aullidos de los perros y el alarmante cacaraqueo de las gallinas, y al final del eclipse tan solo quedarón los dos cuerpos sin vida de las mujeres involucradas en el parto de aquel engendro desconocido.
Esto fue en la canícula... en la canícula...

2 comentarios:

-ReD- dijo...

Ay que miedo, calor y sed oiga..

Vito dijo...

vaya historia, suprasuspense...
me gusta.....