sábado, 17 de julio de 2010

Un buen día

Un buen día alguien amanece con la capacidad de evitar el ruido del exterior, con la habilidad de desconectarse y de sortear los distractores. Un buen día –o uno malo, vaya usted a saber-- alguien se levanta con la habilidad de caminar al revés y ver hacia adentro de sí mismo y palpar la verdad que por años le ha sido ocultada. ¿Te has encontrado alguna vez, cara a cara, con una verdad real acerca de ti mismo? ¿Una de las crudas y sangrantes que intuías que ahí estaban pero que siempre esquivaste por miedo a no tener quien te salve? Una vez que emprendes el viaje no hay retorno, tienes que llegar ahí y la pelea es contra ti mismo.

Y no te va a salvar el dios que creaste a medida y ante el cual te inclinas suplicante cuando la pesadilla o el horror rompen tu burbuja personal. No te va a salvar ni el pensamiento ni los principios, pues amenazan ponerse contra ti apenas el viento cambie de dirección o la cordura te dé la espalda. A ti no te salva la familia por más que te apegues y mimetices y seas como un bambú que se mueva tranquilo entre ramas que parecen tener las mismas raíces mientras cuyo follaje apunta en dirección contraria, alejándose cada vez más. De ti no te va a salvar la música, lo que llamas amistad, los medios, ni puedes escapar por la puerta falsa que te brinde la última dosis que encontraste en la jeringa.
De ti te va a salvar, si acaso; la palabra.

1 comentario:

Vito dijo...

La burbuja personal es con la que nacemos, de ahi que nosotros perturbemos nuestra mente con horror ajeno y paranoias es darle sentido el nuevo miedo que nunca ha sido nuevo, sólo que como nuestra palabra es la que nos salva, el miedo nunca había sido escrito en los papeles nuestros...